lunes 28 de abril, 2008 *
d 125 / k 1670
_bus de vilcabamba a cuenca, ecuador
"Ven deborame otra vez, ven deborame otra vez, que la boca me sabe a tu cuerpo" suena por segunda vez mientras atravesamos un páramo eterno, páramo desolado, tan solitario que ni los frailejones están. A duras penas pajas y pajas, postes y tierra roja, tierra amarcianada. Y eso es cuando se ve algo, porque la mayoría del tiempo hemos estado dentro de una nube lechosa, blanca, densa. Estamos a la altura de las nubes, dentro de ellas.
Mientras la mitad de los pasajeros duerme, y yo oigo como se repite el disco, pienso que afortunadamente no nos pusieron película. Y pensando y pensando, (si) caigo en cuenta que que las películas acá en Ecuador son muy distintas que allá en la colombie. Las películas como de los buses. Acá son películas gringas malas. Y ya. Tipo Daniel el Travieso. Allá es bala. Bala a todo volumen. Pum pum pum. PUM. Ratatata tata ta tatata. Las balas salen enormes del diminuto televisor, de la diminuta imagen, sin consideración alguna, y retumban en mi cabeza. -Que si le puede bajar.-Que no. Y no.Y la cabeza que se explota. Y así, siempre. ¿Y cómo esperan no estar en guerra y muerte con tanta naturalidad?
Entonces pienso en Bojayá. No por ser la comunidad que sufrió la peor masacre de esta guerra eterna, sino por lo que viví con ellos. En la pobreza, todos tenían televisor y devedé. Y todos tenían devedes. Piratas. Todos. Pero no había devedés de todos los estilos... géneros... temas. Solo había de dos tipos: videos de regaetón (vulgares, sexuales, deliciosos, inmorales, como todo hoy, porque el diablo es puerco), y películas de guerra, de acción, de balas, de muertos. ¿ Y quiénes veían los videos morbosos y las pelísuclas sangrientas? Los niños y las niñas. Ese era su contacto con el mundo exterior, la realidad fuera de la selva y el río. Eso es lo único que llega a la selva chocoana. Ah, y la cocacola y las papasfritas en paquete. Bueno, eso es lo que ven cuando hay luz, que es cuatro horas diarias, cuando había luz, que era de cuando en vez.
Pero sí. La gente es más tranquila. Más inocente. Menos apasionados. Y eso con todo lo bueno y lo malo que implica.
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