lunes 21 de julio, 2008*
d 208 / k 1970
_huancabamba, piura, ecuador
Nos despertamos a las cinco y cogimos taxi colectivo a Paita, luego bus a Piura, mototaxi al terminal y bus a Huancabamba. Eso pasa cuando no se viaja con la bici, pero era la única manera de llegar a la fiesta en Huancabamba. El afán sale caro, pero bueno.
Poco a poco fue aparecienod vegetación, el desierto se fue mezclando con matorrales empolvecidos. Emergieron las montañas y empezamos a subir, todavía entre verde empolvado. El clima se hacía mejor. Cuando llegamos a Canchaque, según el mapa, faltaba poco, máximo, exagerando, dos horas. Pero el chofer me dijo que cuatro. Me senté confundido.Apenas salimos del pueblo entendí, el bus tiene que pasar por una carretera de terror, escalando en zig zag una montaña vertical, por una calzada donde apenas cabe, donde se ven derrumbes, y se siente, en cada curva, que el bus se va a ir abajo. Pero el chofer no es un loco, afortunadamente. El sabe. Y va muy despacio por eso.
Finalmente llegamos al atardecer a Huanbcabamba, para encontrarla con un ambiente festivo: las calles llenas de bombas y papeles de colores, la procesión comenzando.
El pueblo está en un valle protegido de los vientos, y esto lo hace tener un clima muy agradable, incluso a veces más cálido que la fría costa pacífica en invierno.
Sin apresurarnos buscamos donde dormir. Había varias opciones, pero ninguna nos convencia, o muy cara o fea. Así que el viejo truco, relajarse y tomarsela con calma. En la plaza vimos una juguería... un juguito, o un café... Ya la noche llegaba y se sentía el clima enfirandose.
Entramos y sentimos primero un calorcito y después un olor delicioso. Además de juguería era una repostería, un salón de té. Juanita prepara todo tipo de postres y jugos, y los vende. Nos sentimos en casa. Nos tomamos un café. Y le preguntamos si no tendría un cuarto por ahí donde pudiéramos dormir.
Nos mostró uno grande, pero frío, en el segundo piso. Dudamos. Volviendo a la juguería pasamos por uno pequeño, bonito, con balcón sobre la plaza, pero con una sola cama. Le preguntamos y nso dijo que sí, que incluso nos daba un colchón extra. Y nos cobraba la mitad que los hostales. Y para rematar, en la misma casa vive Teresa, su hermana, que tiene restaurante. Esa noche comimos un lomo saltado delicioso, y nos dimos cuenta que con solo cruzar la frontera la comida mejora increiblemente.
Nuestros días allá fueron muy sabrosos. Desayuno tranquilo, paseo durante todo el día, caminando porlagunas, ríos, cascadas, entre pueblitos y caserios, y por la tarde en la casa, en la plaza, comiendo delicias, leyendo y cocinando con las señoras.
La gente en esta montaña con poco turismo es muy amable. Abierta, conversadora, sana. A veces incluso demasiado anfitriones: Un día caminando trataron de emborracharnos dos veces, primero unos campesinos mayores con caña, antes de almuerzo. Después, al atardecer, unos jóvenes, que no querían parar de invitarnos a tomar cerveza.
Buenos días para recobrar el ritmo, para comenzar de nuevo.
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pueden ver fotos (lentamente desactualizadas) en
http://www.flickr.com/photos/cavernicolas/
o en el blog de paul http://hastadonde.top-depart.com/
* del diario
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