[ bicitácora en eterno borrador ]
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nota: Las entradas no están en orden cronológico, pero cada una tiene fecha: 'd' corresponde al día de viaje, siendo el primero -el día del viaje- el 'd 0'.
miércoles, 30 de julio de 2008
piura. a pedal desde el pacífico a la selva
miércoles 30 de julio, 2008 *
d 217 / k 2113
_piura, puira, perú
El primr día de pedaleada fue duro. Mucho más duro que el primero del viaje, que fue realmente el primero a pedal. Fue duro por varios motivos. Principalmente porque estaba confiado y mal preparado. Confiado porque para mí era un día normal, pero no había pensaod que realmente han pasado unos tres meses si no estoy mal de no viajar en bici, pero salí como si hubiera sido ayer. Y en estos tres meses había dejado sedimentar muchas cosas de la vida normal (que no es la vida en que se viaja en bicicleta), tenía más peso acumulado, innecesario. Confiado porque eran setenta kilometros planos, y aunque empezamos el viaje ocn distancias de entre veinte y cincuenta, ya al final setenta planos era normal.
Salimos a las seis en punto, casi de noche, pues estamos tan al occidente que amanece mucho más tarde por acá. Así de nooche atravesamos el pueblo dormido y envuelto en las sombras, sólido (como dicen solo por acá), perezoso. Pasamos la iglesia y subimos la única subida del camino. Estuvo fácil,, pero yo aún estaba dormido. Poco a poco el cerebro fue despertando, porque las cuatro horas de sueño no habían dejado que empezara más rápido a pedalear.
Aunque el clima fue ideal (nublado, sin sol ni calor), el viento nos complicó el camino, lo hizo duro, pesado, y multiplicó mi equipaje siempre excesivo, siempre así haga los mayores esfuerzos. Me fui cansando y cada vez me quedaba más duro mover las piernas, tenía los músculos tiesos. A los cincuenta kilómetros iba demasiado despacio, no avanzaba. No estaba cansado, peor las piernas no querían seguir. Así que Pablo me cambio de bicicleta, para ver qué tenía la mía de malo. Así terminamos el camino, y definitivamente la mía si estaba muy pesada y no estaba funcionando del todo bien (los rodamientos del pedal, de las ruedas, estaba un poco frenada).
El camino además no ayudaba, pues era un desierto casi monótono. Lo único que llamaba la atención eran grupos de chulos comiéndose carroña, especialmente sugestivo un chancho grande que empezaban a merodear varias docenas de carroñeros. Salimos del mar en medio de un desierto toal, tierra salada que impide la vegetación. Poco a poco aparecen arbustos secos, sin hojas, puntiagudos. Van aumentando y apareciendo rastreras igual de secas, con espinas. Despues de un rato, en que hay más plantas de ese tipo, aparece pasto amarillo, seco, largo y delgado. Es raro, no es desierto de arena como el de las películas, sino desierto de piedra, polvo, y vegetación seca. Ni siquiera un cactus que sugiere humedad, palos secos, pasto seco, espinas secas. Y el cielo, siempre gris, siempre nublado, an nublado que a veecs se humedecía el aire.
El amanecer fue muy bonito, y en ese momento se agradece haber madrugado, es muy emocionante estar montanto, viajando, recorriendo, mientras sale el sol.
Finalmente llegamos a Piura en el tiempo planeado. Conseguimos un muy buen hospedaje donde los bomberos en un camarote con buenos colchines, duros, en un gran cuarto de techo muy alto, bien ventilado. Y un grupo de bomberos muy amables, solidarios, generosos, dispuestos a contarnos su vida como bomberos, peor sobretodo curiosos por nuestra vida. "Hay que estar loco para hacer eso, como me dicen q mí, que hayque estar loco para ser bombero" nos dijo el Capitán Oscar, jefé de la estación, y experto en bicicletas, apasionado de ellas que nos ayudó con nuestros problemas técnicos. En este país los bomberos son volunarios, no rciben nada material a cambio de su trabajo solidario y necesario, un misterio...
Así comienza nuestro recorrido hacia la selva, hacia el atlántico, y poco a poco, hablando con todo tipo de gente, nos hemos ido enterando lo que nos espera: una sierra gigiantesca, alta, empinada, fría y húmeda, y luego montañas que bajan y se convierten en selva, lúgares húmedos, con muchos sembrados, cascadas, ríos, ruinas antiguas inexploradas, y ya sabremos qué más. Lo bueno es que la carretera que mandé a construir hace poco tiempo está recien inaugurada, así que tengo la autopista interoceanica, por casualidad, esperándome. Allá voy.
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