miercoles 23 de abril, 2008 *
d 120 / k 1619_vilcabamba, loja, ecuador
Tenía muchas cosas en mente para escribir. Había pensado escribir sobre anoche, nuestra segunda noche en el viaje durmiendo a la deriva, en la mitad de la montaña, y sobre la luna llena arriba y las miles de luciernagas abajo, alrededor. Sobre Vallejo y su Río del Tiempo que he leído en una piedra junto a un río de aguas sagradas. Y sobre esta tierra famosa por sus longevos campesinos que viven normalmente más de cien años por sus aguas ricas en minerales que vienen de páramos y que bañan bosques con árboles milernarios.
La gente normalmente viene acá a curarse, y parece que yo también terminé viniendo a eso, por casualidad. Así pasan las cosas en este viaje. Lo que en principio pareció un dengue aun no me ha abandonado. Después de una gripa desde Guayaquil, se me inflamaron los ganglios del cuerpo. Además, mareos y dolor de cabeza me molestaban la pedaleada. Acá los ganglios se crecieron mucho y visité al doctor, un médico del puesto de salud de este pueblo mágico. Consultando con otro médico, decidieron internarme. Tienen que controlarme y hacerme exámenes. Parece que es mononucleosis (Virus de Epstein Bahr), pero puede ser muchas cosas que prefiero ni pensar.
Desde que me pusieron el termómetro en la boca me sentí enfermo. Cuando me dijeron que mejor me quedara ahí esta noche se me fue el alma. Pedí permiso para salir a hacer unas vueltas, y me sentí deprimido, decaído, minutos después de haber estado eufórico, montando por entre montañas y comiendo delicias en todos los restaurantes del pueblo. Sentí la muerte y la enfermedad encima. Vi un futuro negro. Se me revolvieron los intestinos. Se me mojo el sentimiento. Cambio de canal, como en la televisión, sin concesiones. Pero bueno, ya pasó un tiempo y la noche clara, y el pablo, poco a poco me suavizaron el trágico pesismismo, el fatalismo.
Ahora me voy a dormir en una camilla junto a convalecientes... a descansar, a chupar suero (por ahora no meteré nada más), y esperar a ver qué dicen los doctores, los exámenes. Lo que si sé, es que a estas tierras vine a llenarme de su energía sagrada y a curarme, a cargarme de nuevo, porque esto está muy bueno y va para largo.
Tenía muchas cosas en mente para escribir. Había pensado escribir sobre anoche, nuestra segunda noche en el viaje durmiendo a la deriva, en la mitad de la montaña, y sobre la luna llena arriba y las miles de luciernagas abajo, alrededor. Sobre Vallejo y su Río del Tiempo que he leído en una piedra junto a un río de aguas sagradas. Y sobre esta tierra famosa por sus longevos campesinos que viven normalmente más de cien años por sus aguas ricas en minerales que vienen de páramos y que bañan bosques con árboles milernarios.
La gente normalmente viene acá a curarse, y parece que yo también terminé viniendo a eso, por casualidad. Así pasan las cosas en este viaje. Lo que en principio pareció un dengue aun no me ha abandonado. Después de una gripa desde Guayaquil, se me inflamaron los ganglios del cuerpo. Además, mareos y dolor de cabeza me molestaban la pedaleada. Acá los ganglios se crecieron mucho y visité al doctor, un médico del puesto de salud de este pueblo mágico. Consultando con otro médico, decidieron internarme. Tienen que controlarme y hacerme exámenes. Parece que es mononucleosis (Virus de Epstein Bahr), pero puede ser muchas cosas que prefiero ni pensar.
Desde que me pusieron el termómetro en la boca me sentí enfermo. Cuando me dijeron que mejor me quedara ahí esta noche se me fue el alma. Pedí permiso para salir a hacer unas vueltas, y me sentí deprimido, decaído, minutos después de haber estado eufórico, montando por entre montañas y comiendo delicias en todos los restaurantes del pueblo. Sentí la muerte y la enfermedad encima. Vi un futuro negro. Se me revolvieron los intestinos. Se me mojo el sentimiento. Cambio de canal, como en la televisión, sin concesiones. Pero bueno, ya pasó un tiempo y la noche clara, y el pablo, poco a poco me suavizaron el trágico pesismismo, el fatalismo.
Ahora me voy a dormir en una camilla junto a convalecientes... a descansar, a chupar suero (por ahora no meteré nada más), y esperar a ver qué dicen los doctores, los exámenes. Lo que si sé, es que a estas tierras vine a llenarme de su energía sagrada y a curarme, a cargarme de nuevo, porque esto está muy bueno y va para largo.
3 comentarios:
ABUELO... Como es eso que andas enfermo!!... chuta ojala te recuperes pronto para q sigan adelante.. saludos y q te recuperes pronto desde aca hacemos fuerzas por ti.. te mandamos mucha buena vibra... saludos a pablo
chau
Nico! a combatir lo que este incomodando. El optimismo del final me gusta mucho y aca te mando toda mi energía curativa.
gracias a las dos! Ya salí del hospital y estoy de muy buen semblante y ánimo.
un abrazo grande
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