[ bicitácora en eterno borrador ]

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primero desde las montañas de Colombia, del Perú y del Ecuador. después desde la Amazonía toda hasta el extremo oriental brasilero. París. Sarajevo. Y ahora, Delhi..

nota: Las entradas no están en orden cronológico, pero cada una tiene fecha: 'd' corresponde al día de viaje, siendo el primero -el día del viaje- el 'd 0'.

viernes, 25 de julio de 2008

colàn. solo, en calzones o pablo piensa su robo




sàbado 12 de julio, 2008*


d 199 / k 1910


_colàn, piura, ecuador



Aunque estaba oscuro, inmediatamente me dì cuenta que no estaba. Con los oos entrecerrados, medio dormido, pude darme cuenta. Eran las tres de la mañana. No entendìa nada. Normalmente nunca entiendo nada, pero esta vez era en serio, no entendìa nada. Me habìa dormido alrededor de la una, y se habìan llevado todo y no me habìa dado cuenta: la bicicleta, las alforjas, la maleta, la ropa, hasta las chanclas. Y el sombrero que había comprado dos días atrás. Era el séptimo sobrero en el viaje, siete en siete meses... Ahora estaba yo en calzones, entre la hamaca, solo. ¿Era una pesadilla? Sí, pero despierto. Y a esta hora, qué hacer, y peor en este pueblo donde madrugan a las nueve. Busqué huellas un rato, en vano. Me fui relajando, hasta quedarme quieto.



Poco a poco fue amaneciendo, lentamente. ¿O eran mis ansias que lo hacían tan lento? Empecé a preguntarle a la gente. Sólo había dos policias, y un teniente gobernador. De los policías, el jefe, estaba pescando. El otro, probablemente en su casa. El teniente-gobernador, pescando también.
Golpeé fuerte la puerta de la casa del otro policia. Su mamá, asustada, preguntó que qué quería, que quién era. Le expliqué y poco a poco fue relajándose. Su hiujo estaba en Piura, volvía más tarde. Me contaron que alrededor de las tres salían los pescadores al mar, precisamente por la callecita que daba a la terraza donde estaba durmiendo. De tantas callecitas que salen al mar, tenía que haber escogido esa.



Me prestaron un pantalón dos tallas más grande que me hacía ver mucho más flaco de lo que soy. Pasé el día de un lado para otro, descalzo, con ropa prestada, recibiendo un poco de arroz por acá y otro poco por allá. Me sentía humillado, avergonzado, me sentía como un estúpido. Ya era la segunda bicicleta. Como si no aprendiera. No sabía qué pensar, como interpretarlo. Sería que era una señal, ¿que el viaje en bicicleta no tenía sentido? Bueno, nunca ha enido sentido, pero así ha sido siempre, absurdo, y el absurdo es lo que lo hace maravilloso. Otra vez era claro que Kusturica estaba con nosotros, que sus absurdas películas seguro son tan naturales allá en su tierra, como acá.



La señora del hostal de los cocos, Myriam, me invitó a dormir en su casa y me regaló unas chanclas y una cachucha del Tiempo, el diario regional del norte. Cuando hablé con el policia pescador y el teniente gobernador, no quisieron ayudarme mucho, parcos, inexpresivos, como el desierto donde viven.



Al fin llegó el otro policia, José Miguel. Joven, piurano, enérgico. Me dijo que él sospechaba de alguien, que tenía que decir que lo había visto, así se podría investigar. Así que lo acusé, dije haber visto su silueta. José los asustó diciéndoles que la embajada francesa iba a intervenir, y que eran cinco años de prisión por orbo a turistas.



Por la noche volví a escribir a mis amigos, a nico y a lucía,q ue estaban en Vilcabamba. Me prestaron el internet para revisar el correo y pedir ayuda, no tenía nada, ni un centavo, ni un sol, ni manera de conseguir. Ya les había escrito por la tarde. Nada, por la noche no aparecían. Necesitaba que alguien me ayudara, me diera algo de plata para sobrevivir, para moverme, conseguir el pasaporte. Seguro ellos estaban felices, en su luna de miel...
El policia me aompañó a Piura. Fuimos a la Alianza Francesa, a la policia. Estuvimos todo el día volteando de acá par allá, en vano.



Aunque el acusado no había sido, se asustó, y, cuando volvimos, el pasaporte, con otros papeles y libros, había aparecido en una bolsa tirado en la playa. Fuimos de nuevo a hablar con él y terminó acusando a los culpables, otros pescadores.



Colán es un pueblo pequeño, hay tres o cuatro familias que viven de la pesca y del turismo. Todos se conocen, son lo mismo, y, se podría decir, no hay ladrones. Ese día entregaron la bicicleta y la maleta, donde tenía la cámara. Era evidente que habían esculcado y revolcado todo.
Todavía me faltaba la billetera, las alforjas, y lo más importante, el disco duro con todas las fotos del viaje. Tenía rabía de no haberle hecho caso a Nicolás de hacer copias a medida que iba tomando fotos, ahora las había perdido todas.



José se dedicaba a ir de un lado para otro, esculcar una casa, la otra, hablar con un pescador, con el primo, el amigo, asustarlos, meterles cuento, aconsejarlos... Se organizó una confrontación conmigo al otro día, en la estación.



Estaba tenso, asustado, no entendía como funcionaba esto. Hablé con ellos, les dije que la embajda iba a iniciar un juicio. Les pedí que me devolvieran las cosas. Ellos, asustados, temiendo carcel, pensando en sus familias, me devolvieron las alforjas. Dijeron que pensaba que había agua adentro, que no las habían abierto. Era mentira, claro. Estaba todo revuelto, pero casi completo. ¡Estaba el disco duro! Poco a poco empecé a darme cuenta de lo que aún faltaba: dos camisetas, las chanclas, dos pares de medias, el sombrero, el cuchillo nuevo Opinel, el peluchín para afeitar, mi saco, el vestido de baño, la toalla. Ya nada era imprescindible, tal ves la toalla y el cuchilo eran más difíciles de recuperar, pero igual, son mis cosas, como mi casa, todo lo que tengo. Y ¿quién las querría? Ropa vieja, chanclas remendadas cuatro o cinco veces, incluso ropa que me han regalado por ahí, ropa que turistas dejaron botada en Mompiche. Y apareció la billetera, con la plata. No estaba seguro cuanta plata tenía, pero dije que ciento cincuenta soles. Lo que si sabía es que habían varios billetes de diez, de veinte, de cincuenta. Y la devolvieron con uno de cien y uno de cincuenta... Es rara esta gente.



Por fín, llegó Nicolás. El sol volvía a mí. Tenía amigos en el pueblo, todos me daban comida, tenía donde vivir. Decidimos irnos a la montaña, a cleebrar su cumpleaños con las fiestas de la virgen del carmen, en Huancabama. La otra semana volvemos, y recuperamos lo que falta. Es increible. Dicen, es la primera vez que saben de un caso así, donde aparece todo lo que se han robado, hasta la plata...
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pueden ver fotos (lentamente desactualizadas) en






* del diario

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amarilla [musa paradisiaca]

amarilla    [musa paradisiaca]
"violadora de parajes recónditos, mi [bicicleta] llega adonde no llega el carro o el peatón" (f. vallejo) /

recorrido a través de suramérica [oEste-este]

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actualizado el 29 de marzo '09 en areia branca do rio grande do sul, brasil. recorrido en bici en azul / caminando en negro / en automovil o bus (gasolina) en rojo (el avión por ahora no lo pongo...) en barco por el amazonas azul punteado / paradas a dormir en cuadro negro con punto amarillo (solo sobre el amazonas y brasil. / del ecuador y perú, se pueden ver en entrada antigua (en proceso... como todo)