el tucumá y la chancaca, la balsa de los hippies
soy adolfo,
el fuhrer del barco
una tarde desde la cubierta del tucumá
mauro está alistando la vela para navegar
yo soy
el pirata francés
santi el capitán y la comandante jaquie, alias la brasilera, llegando de un abordaje
el teniente maolo
______________________
Próloguillo
Un día recibí un manuscrito entre una botella a orillas del río Amazonas que contaba una historia maravillosa. La selva afectó mucho la integridad de los folios, así que transcribo lo que fue posible recuperar con el cariño que le tengo al heroe que sobrevivió para contarlo, Paul Henri Baumard, alias el pirata franchute.
nicolas felipe, leticia, nov 2008
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Una historia para que conozcan a la gente con quien estamos viviendo desde hace dos meses con mi Nico. Y parece que nos vamos a quedar un mesito más.
Un abrazo de Leticia, frontera entre Brazil-Perú-Colombia.
El franchute
* * *
"a todos los piratas que se lanzan a surcar los siete mares de su corazón"
Santiago es el verdadero nombre del pirata al que todos llaman "Capitán", porque justamente es el capitán de un barco terrible: El Tucuma.
El Tucuma podría tener tres terribles cañones en cada costado pero no tiene ni uno. Podría tener una terrible figura en la roda y una bandera terrible que ondea sobre un palo mayor terriblemente mal pintado, pero nada de eso tiene.
Cuando me hablarón por primera vez del capitán yo me lo imaginaba con un garfio en su mano derecha, una pata de palo bajo su rodilla izquierda, y un parche muy negro que venía con su uniforme de pirata.
Por su parte el teniente Maolo, en lugar de tener un loro grosero como todos los piratas, llevó mucho tiempo una mariposa hermosa y despistada sobre su hombro izquierdo. Y eso no fue un capricho de pirata excéntrico y medio chiflado. El encuentro ocurrió una mañana de mucho sol mientras estaba lavando los calcetines del Capitán. La mariposa se posó sobre su hombro chupando el nectar de sudor con su lengua.
El Capitán pensó que no era muy serio que un pirata llevara una mariposa en el hombro en lugar de un loro grosero. Sin embargo, el de Maolo se habia quedado a vivir con sus amigos en los arboles que rodean el parque frente a la iglesia católica. Además, él tampoco tenía un loro en el hombro. Tenía como mascota a un pato cada día más gordo y a un gato agitado y bien loco.
¿Entonces que le podía decir a Maolo de su mariposa?
Por eso le dijó a la mariposa:
- ¡Todo el mundo a bordo... Y que se rían los tontos que no tienen amigo!
Pero lo que pasó entre Maolo y su mariposa nadie se lo imaginaba. La relación se volvió tan intensa que la mariposa se transformó en una muchacha fresca y alegre. Ella decidió que se iba a llamar Adriana y se fue a vivir en el campo. y logicamente se fue desapareciendo poco a poco Maolo del barco, totalmente enamorado de su mariposa con forma humana.
¡Pero eso es otro cuento!
Al Capitán y a su teniente nosotros con Nicolás les conocimos después de una tormenta fuertisima que se habia llevado El Tucuma y sus tripulentes hacia El Perú.
Pero de vez en cuando , al viento se le cansa de tanto soplar y se toma unas vacaciones. Aprovechan el Capitán y el teniente para lavar calcetines, sacar el óxido y el brillo del casco, hacer inventos y arreglar cosas o mover vigas...
Los dos marineros no se arrepienten de esa vida, porque les gusta escuchar el ruido del viento y de las olas, contar las estrellas y recoger salpicones de espuma.
Cuando cerquita pasa otra embarcación se dirigen hacía esta última y están a punto de gritar:
- ¡Zafarrancho de combate!
¡Al abordaje!
Dispuestos a luchar fieramente.
Pero al último momento piensan que es mucho más divertido tomarse una buena caipirinha y tocar los tambores o la guitarra con los tripulentes del otro barco.
Así llegó un día una maldita balsa manejada por unos cuantos malditos hippies. Y como lo sabemos todos los hippies son sin defensa, pues andan sin arma. Entonces pidieron la protección del capitán mientras se quedaban por aca.
El teniente pensó primero en quemar la maldita balsa, en matar a los malditos hippies y en comerselos.
Sin embargo más bien el Capitán les abrió su corazón y como un buen pirata compartió todo lo que tenía, excepto su muchacha, una brasilera denominada Jaqueline.
Lo de Jaqueline también es otro cuento...
(nota : la siguiente parte de la historia estaba en unas hojas que ya no fue posible descifrar del todo.
comentario: los marineros también estaban (estamos) muy contentos de estar ahí, y aún no entendemos porque no hay piratas en bicicletas.)
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Próloguillo
Un día recibí un manuscrito entre una botella a orillas del río Amazonas que contaba una historia maravillosa. La selva afectó mucho la integridad de los folios, así que transcribo lo que fue posible recuperar con el cariño que le tengo al heroe que sobrevivió para contarlo, Paul Henri Baumard, alias el pirata franchute.
nicolas felipe, leticia, nov 2008
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Una historia para que conozcan a la gente con quien estamos viviendo desde hace dos meses con mi Nico. Y parece que nos vamos a quedar un mesito más.
Un abrazo de Leticia, frontera entre Brazil-Perú-Colombia.
El franchute
* * *
"a todos los piratas que se lanzan a surcar los siete mares de su corazón"
Santiago es el verdadero nombre del pirata al que todos llaman "Capitán", porque justamente es el capitán de un barco terrible: El Tucuma.
El Tucuma podría tener tres terribles cañones en cada costado pero no tiene ni uno. Podría tener una terrible figura en la roda y una bandera terrible que ondea sobre un palo mayor terriblemente mal pintado, pero nada de eso tiene.
Cuando me hablarón por primera vez del capitán yo me lo imaginaba con un garfio en su mano derecha, una pata de palo bajo su rodilla izquierda, y un parche muy negro que venía con su uniforme de pirata.
Por su parte el teniente Maolo, en lugar de tener un loro grosero como todos los piratas, llevó mucho tiempo una mariposa hermosa y despistada sobre su hombro izquierdo. Y eso no fue un capricho de pirata excéntrico y medio chiflado. El encuentro ocurrió una mañana de mucho sol mientras estaba lavando los calcetines del Capitán. La mariposa se posó sobre su hombro chupando el nectar de sudor con su lengua.
El Capitán pensó que no era muy serio que un pirata llevara una mariposa en el hombro en lugar de un loro grosero. Sin embargo, el de Maolo se habia quedado a vivir con sus amigos en los arboles que rodean el parque frente a la iglesia católica. Además, él tampoco tenía un loro en el hombro. Tenía como mascota a un pato cada día más gordo y a un gato agitado y bien loco.
¿Entonces que le podía decir a Maolo de su mariposa?
Por eso le dijó a la mariposa:
- ¡Todo el mundo a bordo... Y que se rían los tontos que no tienen amigo!
Pero lo que pasó entre Maolo y su mariposa nadie se lo imaginaba. La relación se volvió tan intensa que la mariposa se transformó en una muchacha fresca y alegre. Ella decidió que se iba a llamar Adriana y se fue a vivir en el campo. y logicamente se fue desapareciendo poco a poco Maolo del barco, totalmente enamorado de su mariposa con forma humana.
¡Pero eso es otro cuento!
Al Capitán y a su teniente nosotros con Nicolás les conocimos después de una tormenta fuertisima que se habia llevado El Tucuma y sus tripulentes hacia El Perú.
Pero de vez en cuando , al viento se le cansa de tanto soplar y se toma unas vacaciones. Aprovechan el Capitán y el teniente para lavar calcetines, sacar el óxido y el brillo del casco, hacer inventos y arreglar cosas o mover vigas...
Los dos marineros no se arrepienten de esa vida, porque les gusta escuchar el ruido del viento y de las olas, contar las estrellas y recoger salpicones de espuma.
Cuando cerquita pasa otra embarcación se dirigen hacía esta última y están a punto de gritar:
- ¡Zafarrancho de combate!
¡Al abordaje!
Dispuestos a luchar fieramente.
Pero al último momento piensan que es mucho más divertido tomarse una buena caipirinha y tocar los tambores o la guitarra con los tripulentes del otro barco.
Así llegó un día una maldita balsa manejada por unos cuantos malditos hippies. Y como lo sabemos todos los hippies son sin defensa, pues andan sin arma. Entonces pidieron la protección del capitán mientras se quedaban por aca.
El teniente pensó primero en quemar la maldita balsa, en matar a los malditos hippies y en comerselos.
Sin embargo más bien el Capitán les abrió su corazón y como un buen pirata compartió todo lo que tenía, excepto su muchacha, una brasilera denominada Jaqueline.
Lo de Jaqueline también es otro cuento...
(nota : la siguiente parte de la historia estaba en unas hojas que ya no fue posible descifrar del todo.
comentario: los marineros también estaban (estamos) muy contentos de estar ahí, y aún no entendemos porque no hay piratas en bicicletas.)
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