Las frías madrugadas me resfriaron. Después de algunas noches de dormir casi desnudo en el camarote por el calor que suelta el hierro después del crepúsculo, y despertarme a la madrugada a taparme con la tela que encontrara más cerce en medio de mi somnolencia, esta madrugada me desperté agripado: la nariz tapada, la garganta sensible, y a lo largo del día, la cabeza incómoda. Ahora resulta que al atardecer no me aguanto la camiseta por el calor, pero cada vez que viene una brisa y enfría mi torso topless, estornudo. Que destiemple. La gripa en tierra caliente, en selva tropical, no pega. El calor derrite los mocos. Es como vivir con el cuerpo entre una olla húmeda y caliente y los pulmones en una nevera con hielo derritiéndose. Así no se puede vivir.
Sin embargo, estoy feliz.
[ bicitácora en eterno borrador ]
[ bicitácora en eterno borrador ]
nota: Las entradas no están en orden cronológico, pero cada una tiene fecha: 'd' corresponde al día de viaje, siendo el primero -el día del viaje- el 'd 0'.
jueves, 20 de noviembre de 2008
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