domingo 17 de febrero de 2008 *
d 55 / k 907.5
_casa eugenia, san jacinto, manabí, ecuador
Cuando íbamos saliendo de Las Peñas, hace ya un buen tiempo, nos gritó un mechudo. Vino a hablar con nosotros y nos contó que también viajaba en bici por Ecuador y practicamente había hecho la misma ruta. Inlcuso, lo habíamos visto en Otavalo, el primer día que salimos. Estábamos nosotros arriba de una cascada y el abajo. Todos con las bicis, pero sólo nos saludamos de lejos. En Las Peñas intercambiamos correos y quedamos de vernos más adelante, pues él recién llegaba. Así pasaron semanas de desencuentros, hasta Mompiche, donde decidímos salir juntos. Después de Pedernales y Canoa llegamos a San Jacinto, dodne sus abuelos tienen una casa.
La se llama Casa Eugenia. Como su abuela. Cuando hicieron la casa ella quiso que se llamara así, que tuviera su nombre. Así que lo pusieron el la fachada y desde entonces se conoce en el pueblo por su nombre. Ahí nos encontramos con Laura, la novia de Alberto que fue a visitarlo unos días. Ahí dejé bien instalado a Pablo mientras yo viajaba a Bogotá por unos días.
Después de una noche de largo descanso nos dimos un buen baño en el mar. Este mar es más fuerte aún que el de Canoa. Acá las olas se alcanzan unas a otras, se chupan y se atropellan. Meterse es una lucha fuerte contra ellas. Pero claro, mar es mar.
De ahí salimos a hacer compras para el desayuno, para después hacerle un bien mantenimiento a las bicis. Queríamos frutas, yogur, pan y café. Así que fuimos al mercado. Ahí empezamos a hablar con la gente, sobretodo Alberto. Eran como las diez de la mañana. De pronto dos señores que se habían tomado unas cinco clubes cada uno (Club es la otra cerveza de ecuador, además de la Pilsener), nos invitaron a una. No acostumbro tomar cerveza con el estomago vacío, peor tampoco acostumbran regalarme, así que porqué no. Después otra. Después nos dieron una caja de litro y medio de vino de manzana del río y media libra de galletas de animalitos. Estabamos a gusto así que accedimos. Cuando se acabó y nos íbamos a despedir para ir por el desayuno, antes de poder hacer nada, nos dieron otra caja de vino. Ya estabamos calienticos y sonrientes. Y otra bolsa de galletas. Mientras tanto charlábamos con ellos. Uno vendía pescado en la plaza. El otro distribuía pescado en la región. Nos contaron sus historias de vida, sus errores, lo que habían aprendido, el amor por sus familias. Fue una charla muy íntima y muy bonita. Cuando se acabó la segunda caja, o mejor, antes de que la pudiéramos acabar nos llevaron otra caja. Ya despuñes de 4 litros y medio de vino decidimos que nos íbamos. "Cómo así, nosotros les habíamos prometido unos filetes de pescado. Oiga, prepáreles estos filetes." Le dijeron a una señora. Así que nos quedamos esperando. Finalmente nos invitaron a almorzar. Llegamos a la casa al atardecer, bastante desubicados y contentos. El mantenimiento de las bicis se ahogó en ese vaso de manzana. Pero bueno, en este viaje, se puede facilmente dejar para mañana lo que no se alcanzó a hacer hoy. No existe la prisa, además, es de mal gusto. Cada cosa encuentra su momento.
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pueden ver fotos (lentamente desactualizadas) en http://www.flickr.com/photos/66468173@N00/
o en el blog de paul (menos pero más actualizadas) http://hastadonde.top-depart.com/
* del diario
[ bicitácora en eterno borrador ]
[ bicitácora en eterno borrador ]
nota: Las entradas no están en orden cronológico, pero cada una tiene fecha: 'd' corresponde al día de viaje, siendo el primero -el día del viaje- el 'd 0'.
miércoles, 5 de marzo de 2008
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