martes 12 de febrero de 2008*
d 50 / k 751
_casa del chino. pedernales, manabí, ecuador
Salimos de Mompiche de mañana bajo una suave lluviecita. Fue la primera vez desde que salimos en bici que nos montamos en un vehículo, uno que nos sacó con las bicis a la carretera, porque la salida estaba totalmente enlodada y no se justifica empezar una dura jornada así. De ahí fueron poco más de ochenta kilometros hasta Pedernales. En el camino paramos en Chindul, una cascada increible, a almorzar y a bañarnos mientras pasaba el calor del medio día.
Llegamos a Pedernales al atardecer. El amigo de Alicia que estaba buscando no estaba, así que nos tocó buscar donde quedarnos. Nada nos satisfacía, así que seguimos dando vueltas. En un extremo del pueblo nos encontramos con un marinero que venía con un plato de pescado frito y platano y nos lo regaló. Se emocionó de pensar todo lo que había vivido en Colombia y de una man era muy presumida nos contó todo lo que conocía. Nos invitó a que pasaramos la noche frente a su casa, en la playa, pero había posibilidad de lluvia. A su lado estaba otro señor en bicicleta, humilde, cholo, que nos dijo que era ciclista, que nos invitaba a dormir a su casa. La bici se veía buena, hasta mejor que las nuestras. Nos contó que hace poco habría terminado la vuelta a Ecuador en bici, en un programa por la niñez. Nos inspiró confianza y lo seguimos.
Atravesamos todo el pueblo, y nos metimos por unas calles oscuras. El iba acompañado de dos perros de pelea (inmensos, masudos) amarrados con una cuerda muy larga y sucia que se arrastraba por la calle, y nadie los llevaba agarrados. Nos dijo que a él no le gustaba que pelearan, así que nunca les enseñó. A primera vista asustaban, pero realmente eran gorditos y cariñosos, cero agresivos. Llegamos a su casa y nos presentó a toda la familia: entre primos, tios, abuelos, sobrinos tenían construida toda una manzana, la manzana de toda la familia. Una de las casitas de bloque de ladrillo era la suya. Lo único que había era un televisor pequeño en una esquina, y algunas sillas rimax. Nos invitó a dormir. Nos sentamos a charlar, sobretodo de la bicicleta. Cuando estabamos más en confianza nos contó su historia.
Siempre, desde niño, estuvo enamorado de las bicicletas. Terminó siendo un ciclista profesional. Un día, hace 6 años, hizo un sobre esfuerzo y le dió una hernia. Quedó paralítico de la cintura para abajo. Se le derrumbó el mundo. Un familiar le consiguió una silla de ruedas. Cuando la vió (dos ruedas, casi lo mismo que una bici, pero bien distinta) se puso a gritar y la rechazó. 6 meses estuvo así. Poco a poco fue ejercitando, lleno de esperanza y empezó a mover los dedos. Luego, después de mucho esfuerzo se pudo parar. Puso una barra, como de ballet, a lo largo de la casa para caminar agarrado. Y así, caminó. Después se empezó a montar en la bici pequeña de un sobrino. Al principio se caía. Pero poco a poco volvió a pedalear. Y hace unos meses lo llamaron para participar en la vuelta a Ecuador en bici. Ahora trabaja con su bici, recorriendo la región. Es Manuel, más conocido como El Chino.
Por la noche nos puso un colchón doble en la sala, supongo que el suyo propio. Ahí nos acomodamos los tres (pablo, alberto el ecuatoriano con el que estamos viajando, y yo), nos arrunchamos. El calor y los mosquitos casi no nos dejan dormir. A media noche no pude más y saqué mi mosquitero y nos lo puse encima, y por fin, pudimos conciliar un poco el sueño.
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pueden ver fotos (lentamente desactualizadas) en http://www.flickr.com/photos/66468173@N00/
o en el blog de paul (menos pero más actualizadas) http://hastadonde.top-depart.com/
* del diario
d 50 / k 751
_casa del chino. pedernales, manabí, ecuador
Salimos de Mompiche de mañana bajo una suave lluviecita. Fue la primera vez desde que salimos en bici que nos montamos en un vehículo, uno que nos sacó con las bicis a la carretera, porque la salida estaba totalmente enlodada y no se justifica empezar una dura jornada así. De ahí fueron poco más de ochenta kilometros hasta Pedernales. En el camino paramos en Chindul, una cascada increible, a almorzar y a bañarnos mientras pasaba el calor del medio día.
Llegamos a Pedernales al atardecer. El amigo de Alicia que estaba buscando no estaba, así que nos tocó buscar donde quedarnos. Nada nos satisfacía, así que seguimos dando vueltas. En un extremo del pueblo nos encontramos con un marinero que venía con un plato de pescado frito y platano y nos lo regaló. Se emocionó de pensar todo lo que había vivido en Colombia y de una man era muy presumida nos contó todo lo que conocía. Nos invitó a que pasaramos la noche frente a su casa, en la playa, pero había posibilidad de lluvia. A su lado estaba otro señor en bicicleta, humilde, cholo, que nos dijo que era ciclista, que nos invitaba a dormir a su casa. La bici se veía buena, hasta mejor que las nuestras. Nos contó que hace poco habría terminado la vuelta a Ecuador en bici, en un programa por la niñez. Nos inspiró confianza y lo seguimos.
Atravesamos todo el pueblo, y nos metimos por unas calles oscuras. El iba acompañado de dos perros de pelea (inmensos, masudos) amarrados con una cuerda muy larga y sucia que se arrastraba por la calle, y nadie los llevaba agarrados. Nos dijo que a él no le gustaba que pelearan, así que nunca les enseñó. A primera vista asustaban, pero realmente eran gorditos y cariñosos, cero agresivos. Llegamos a su casa y nos presentó a toda la familia: entre primos, tios, abuelos, sobrinos tenían construida toda una manzana, la manzana de toda la familia. Una de las casitas de bloque de ladrillo era la suya. Lo único que había era un televisor pequeño en una esquina, y algunas sillas rimax. Nos invitó a dormir. Nos sentamos a charlar, sobretodo de la bicicleta. Cuando estabamos más en confianza nos contó su historia.
Siempre, desde niño, estuvo enamorado de las bicicletas. Terminó siendo un ciclista profesional. Un día, hace 6 años, hizo un sobre esfuerzo y le dió una hernia. Quedó paralítico de la cintura para abajo. Se le derrumbó el mundo. Un familiar le consiguió una silla de ruedas. Cuando la vió (dos ruedas, casi lo mismo que una bici, pero bien distinta) se puso a gritar y la rechazó. 6 meses estuvo así. Poco a poco fue ejercitando, lleno de esperanza y empezó a mover los dedos. Luego, después de mucho esfuerzo se pudo parar. Puso una barra, como de ballet, a lo largo de la casa para caminar agarrado. Y así, caminó. Después se empezó a montar en la bici pequeña de un sobrino. Al principio se caía. Pero poco a poco volvió a pedalear. Y hace unos meses lo llamaron para participar en la vuelta a Ecuador en bici. Ahora trabaja con su bici, recorriendo la región. Es Manuel, más conocido como El Chino.
Por la noche nos puso un colchón doble en la sala, supongo que el suyo propio. Ahí nos acomodamos los tres (pablo, alberto el ecuatoriano con el que estamos viajando, y yo), nos arrunchamos. El calor y los mosquitos casi no nos dejan dormir. A media noche no pude más y saqué mi mosquitero y nos lo puse encima, y por fin, pudimos conciliar un poco el sueño.
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pueden ver fotos (lentamente desactualizadas) en http://www.flickr.com/photos/66468173@N00/
o en el blog de paul (menos pero más actualizadas) http://hastadonde.top-depart.com/
* del diario
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